28 enero 2008

Idas y venidas de una red inalámbrica


 LUNES 28 de Enero de 2008 - ENVIAR POR E-MAIL
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La compu
Idas y venidas de una red inalámbrica

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Por esas cosas impredecibles de la temperatura, hay un cuarto en mi casa que aun con 42 de térmica en el exterior se mantiene fresco. Este estado de cosas, logrado involuntariamente por una antigua refacción, funciona como un aire acondicionado natural. Tengo allí mis libros y mis discos, protegidos como corresponde del calor excesivo y de la humedad.

Pero la felicidad nunca es completa. La biblioteca está en la planta baja, protegida de la radiación solar por las estrechas ventanas y las gruesas paredes de la casa, y de la acumulación del aire cálido por otra habitación que queda exactamente arriba y que se lo lleva hacia lo alto, como dicta la física. Todo el calor que no hace abajo está allá arriba. Y allá arriba tengo mi estudio.

La solución para estos días tórridos del verano porteño es, desde hace mucho, instalar un aire acondicionado. Pero con las casas antiguas las cosas nunca son así de sencillas. Debido a sus dimensiones y al altísimo techo a dos aguas, un aire acondicionado en el estudio necesitaría más o menos la potencia que un Jumbo y, por añadidura, gran parte de su rendimiento sólo iba a contribuir a refrescar más el cuarto de abajo. Mis libros felices; mi bolsillo, no.

Por lo tanto, hace años que me resisto a invertir dinero en una solución que no sólo es conceptualmente imperfecta, sino que parece del todo innecesaria. ¿Por qué no mudar los equipos y la mesa de trabajo a esa sombría biblioteca donde siempre hay una temperatura agradable? Durante varios años fue un proceso demasiado complicado: había que cablear de nuevo la red y la telefonía fija, para el ADSL. Ahora, en la era WiFi se suma una opción más sencilla: colocar un punto de acceso inalámbrico en el primer piso y una antena en cada computadora de la red. Unos 300 pesos por el router y 100 más por cada placa. Sin duda, más barato que un aire acondicionado.

La experiencia de instalar una red inalámbrica fue mucho más sencilla de lo que me esperaba y en cosa de diez minutos tenía un router WiFi conectado al módem ADSL y una PC conectada sin cables a Internet desde el fresco ambiente de la biblioteca, mientras afuera el asfalto se derretía y el pronóstico anunciaba que los peor de la canícula todavía estaba por venir.

Excelente, pero los problemas no tardaron en aparecer y me quitaron rápidamente la burlona sonrisa de satisfacción. Supongo que me llevará varias semanas resolver algunos de los inconvenientes. Pero, como suele ocurrir en estos casos, he aprendido una cantidad de cosas interesantes en el proceso, y aquí van algunas que pueden servirle, si está pensando en compartir Internet por medio de un dispositivo WiFi.

Zapping inalámbrico

La primera y más irritante situación con la que me encontré fue que el enlace se caía cada tanto, al azar y sin motivo aparente. Apagué la base del teléfono inalámbrico del estudio y le saqué la batería al aparato. Mejoró un poco, pero más tarde o más temprano el vínculo con el router volvía a derrumbarse. Obviamente, no debía ser así. Una conexión WiFi tiene sentido sólo si es tan sólida y estable como una cableada. O casi. Volví a conectar el teléfono inalámbrico, ya que las pruebas en su contra eran puramente circunstanciales, y seguí investigando.

Desactivé el servicio Configuración inalámbrica rápida de Windows. La conexión se volvió un poco más estable, pero de nuevo, en algún momento, se desplomaba. El servicio Configuración inalámbrica rápida sirve para que Windows se ocupe de conectarse de forma autónoma y transparente a cualquier red disponible. Por mi experiencia hasta aquí, es preferible, en el caso de un pequeño hotspot hogareño, usar el programa de conexión provisto con la placa WiFi. Además, uno no quiere estar enviando datos por cualquier router del vecindario. Aquí, por fortuna, hay menos antenas que en el Sahara, pero en otros casos el riesgo de seguridad puede ser importante.

Como se me terminaban las opciones por el lado del router, decidí ocuparme de la antena WiFi que había instalado en esa PC. Bajé los controladores más nuevos y, curiosamente, el programa para conectarse era diferente del provisto en el CD-ROM. Probé el nuevo software y descubrí que el canal inalámbrico aparecía en la pantalla principal.

Hay once canales de frecuencias inalámbricas disponibles en nuestro país (en otros hay hasta 13) y de forma predeterminada el router estaba en el 11; es lo usual, con lo que la congestión en el canal 11 es típico. Decidí cambiarlo al canal 1. La cosa mejoró notablemente, por lo que deduje que habría en las cercanías algún equipo que interfería más en el 11 que en el 1.

Pero después noté algo mucho más interesante. Me encontraba observando la fuerza de la señal inalámbrica en el nuevo programa de conexión cuando advertí que cuando bajaba mucho, el canal en el router empezaba a variar rápidamente y al azar, buscando uno en mejores condiciones, con lo que el enlace se cortaba a los pocos segundos.

La documentación en el sitio del fabricante del router decía que la función de cambiar de canal automáticamente cuando la señal perdía fuerza -por interferencias, típicamente- era el comportamiento predeterminado y podía desactivarse, fijando el equipo en un canal único. Por supuesto, no encontré esa función, que parecía ser la solución, y di por sentado que se trataba de un error y que había que actualizar el firmware del enrutador.

Cuando intenté hacerlo por medio del asistente provisto con el equipo obtuve un error. Así que volví al sitio y busqué el firmware más nuevo. Pero no había uno, sino siete u ocho y, según el fabricante, esto se debía a que "existen muchas variantes del router". Como no es una buena idea intentar instalar un firmware que no se corresponde con el dispositivo, decidí armarme de paciencia y consultar al soporte técnico. Todavía no me han respondido, pero mi sospecha es que tan pronto instale el firmware más reciente la "función" de cambiar alocadamente de canal toda vez que la señal pierde fuerza habrá desaparecido y tendré un enlace estable. Ya habrá más noticias sobre este asunto, y quizás nuevos hallazgos. Por ejemplo, es posible que un router inalámbrico pierda el enlace cuando hay muchas conexiones abiertas, debido, también, a un error (o bug ) en la programación de su firmware. Cuando obtenga una respuesta del fabricante, veré en la documentación si hay alguna información al respecto. Lo dudo, sin embargo. Abrí 60 sitios en pestañas de Firefox (lo que consumió 225 MB de memoria) y el enlace no falló. Pero cada vez que bajaba o copiaba por la red un archivo muy grande (más de 500 MB), el vínculo se cortaba.

Hice otros experimentos, de los que ya daré noticias aquí. En todo caso, es obvio que el tema WiFi es extremadamente nuevo y que no debe esperarse que el enlace sea tan estable como fácil de instalar.

Se busca un altavoz

La otra experiencia interesante fue que así como armé la red inalámbrica desaparecieron dos iconos de la bandeja de sistema, ahí donde está el reloj. Uno fue el Control de volumen (el parlante) y el otro, el de las conexiones USB. Ambos, indispensables.

Me puse a investigar y descubrí que un par de servicios asociados a Universal Plug and Play (UPnP) en Windows XP podían causar este inusual fenómeno. Me pareció bastante disparatado, pero no perdía nada con probar. Fui a Panel de control>Herramientas administrativas>Servicios y deshabilité Host de dispositivo Plug and Play Universal y Servicio de descubrimiento SSDP .

Los iconos no volvieron a la bandeja del sistema. Estaba por tirar la toalla cuando me dije "Seguro que esto requiere reiniciar la sesión". Lo hice y, pura magia informática de la cepa más clásica y tradicional, dos iconos que nada tienen que ver con UPnP regresaron a la pantalla.

En general, no pasa nada si desactivamos estos servicios, porque casi no hay dispositivos UPnP, pero cada caso es diferente y antes de tocar nada conviene averiguar si no habrá consecuencias, o estar alertas después de desactivar los servicios mencionados.

Por Ariel Torres


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